martes, 28 de noviembre de 2017

Lesson 98. Low cost

  I used to fly less than once a year, I mean, I was an occasional customer for the airlines. Nevertheless since we live at the green plains my experience as a plane passenger has become large enough to realize how much I dislike flying. The only time I remember a pleasant flight was years ago  when we had the chance to fly in first class  from London to New York due to tourist class had been overbooked. We were lucky then, it’s another world to have plenty of space and being given away with a glass of champagne and some nibbles to relax whilst you adjust yourself the wide reclining seat, even more confortable than a sun lounger. Then “enjoy your flight” makes definitely sense. The way the vast majority of us fly is quite different though.

  Low cost airlines invariavly imply low quality, lack of space and comfort, being herded like sheep stoically waiting in the middle of the airstrip,under the rain mostly, for someone from the crew authorizes the first passenger in the queue to board. Every single time we fly to Spain with the same hated low cost airline and without any other option since it’s the only one that flies daily from Stansted (the nearest airport) at a suitable time for us. Prices, by the way, aren’t that low as they are raised at every half-term when we are able to travel....Despite everything we shouldn’t complain. Not so long ago flights were only affordable by the  privileged.

  After over three years doing the same journey and back there are few things we haven’t gone through but the airport and its border is always a challenge and it may puzzle the most experienced traveler. I’ll borrow one of the funniest anecdotes I’ve ever heard from someone very close to me who came over to see us about a year ago. She bought a snow globe as a souvenir and she wasn’t allowed to carry it unless it was checked in but there wasn’t time and on top she couldn’t  speak nor understand English. After a few minutes of confusion she ended up hitting the snow globe against a litter to get rid of the liquid. Neither snow nor crystal ball anymore but she could save and finally carry the delicate china Christmasy village before the very eyes of the astonished security officer!!! LOL



    Solía volar menos de una vez al año, es decir, que era una cliente ocasional de las compañías aéreas. Sin embargo desde que vivimos en la llanura verde mi experiencia como pasajera de avión ha llegado a ser suficientemente amplia para darme cuenta cuánto me disgusta volar. La única ocasión que recuerdo un vuelo agradable fue hace años cuando tuvimos la oportunidad de volar en primera clase de Londres a Nueva York debido a un overbooking en clase turista. Fuimos afortunados entonces, es otro mundo tener un montón de espacio y ser obsequiado con una copa de champán y algo de picar para relajarse mientras una se acomoda en su amplio asiento reclinable, más cómodo que una tumbona de playa. Así “disfrute del vuelo” cobra un nuevo sentido. El modo en que volamos la inmensa mayoría de nosotros es, sin embargo, bastante distinto.

  Las compañías aéreas de bajo coste implican invariablemente baja calidad, falta de espacio y confort, ser conducidos como ovejas aguardando estoicamente en mitad de la pista, casi siempre bajo la lluvia, a que alguien de la tripulación autorice al primero de la fila a subir a bordo. Cada vez que volamos a España con la misma compañía low cost y sin otra opción ya que es la única que vuela a diario desde Stansted (el aeropuerto más cercano) a una hora adecuada para nosotros. Los precios, por cierto, no son tan bajos ya que los suben en cada vacación escolar cuando nosotros podemos viajar...A pesar de todo no debemos quejarnos. No hace tanto que volar estaba sólo al alcance de los privilegiados.

  Tras más de tres años haciendo el mismo viaje y la vuelta hay pocas cosas por las que no hayamos pasado pero el aeropuerto y su control de pasaportes es siempre es siempre un reto y puede sorprender al viajero más experimentado. Tomaré prestada una de las anécdotas más graciosas de alguien muy cercano a mi que vino a vernos hace un año más o menos. Compró una bola de cristal con nieve dentro como souvenir y no le permitieron llevarla con ella a no ser que la facturara pero ya no había tiempo y para colmo no hablaba ni entendía el inglés. Tras unos minutos de confusión acabó golpeando la bola contra una papelera para deshacerse del líquido. Ni nieve ni bola de cristal pero pudo salvar y finalmente llevarse la delicada villa navideña de porcelana ante los atónitos ojos del guarda de seguridad!!! TOMA YA

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