I've borrowed the tittle of a beautiful and quiet song by Mr Frank Sinatra for my little post today. September, pretty month at the end of the summer with its magical light and yet its promising school year to come. Although the truly and hidden reason I love it so much is that it's my birthday in September (YAYYYYYY!!!). That's a very especial occasion, don't you dare to deny it and it occurs just once in a year time. Well, I certainly thought of something different to celebrate such a wonderful event (another year lived). It might've been a shopping day (on my own, otherwise it would not be that fun). It might've been an exquisite meal in a posh restaurant (nice but boring). It might've been a suprise party (but I have little faith in my husband, honestly). In the end I got two tickets for a gig at the Corn Exchange Theatre. Don't get me wrong, who do you think I am? I had my cake and my candles, I had a lovely time with friends and family and some cool pressies, including an emotive letter from my handsome boy (those little treassures...). But for our music night out we got a babysitter ;)).
The music, especially the live music has always had a valuable effect on me. It's a healing salve, It's an spiritual motivator. It's a mood converter. The band was called THE ZOOTS, four guys and a gilr who play versions of the glorious sixties tunes. All well known even though you have no music culture whatsoever. I expected a senior audience, my parents generation mostly and I wasn't disappointed. There was plenty of enthusiastic elderly people clapping and singing (good memory for all the lyrics, conceded)vigorously spurred by the vocalist during the whole gig. We had more than two hours of vibrant and very well performed music, impecable sound quality and some memorable moments like that bold-headed guy who spontaneously jumped in with both feet, dancing like hell when The Rolling Stones' Satisfaction was accurately played; the girl who was invited to play on the stage a plastic guitar following the complex coreography of the band; all the people standing up and singing The Beatles' Hey Jude with their mobile phone torches on (sorry, lighters can't be used anymore in a Theatre); or by the end of the show half audience happily leaving their sits and freely dancing at a step distance from the stage.
This is one of the experiences that will keep recorded on my mind for the future as every music moment has been so far. All through the important contributions that Great Britain has given to the world undoubtedly its music is what I consider the most precious. So thank you very much, guys, well done!!!
He tomado prestado el título de una preciosa canción del Sr. Frank Sinatra para mi entrada de hoy. Septiembre, bonito mes a finales del verano con su mágica luz y su prometedor año escolar aún por venir. Aunque la verdadera y secreta razón de por qué me encanta tanto es que en Septiembre es mi cumple (YUPIIIIIIII!!!). Esa es una ocasión muy especial, no os atreváis a negarlo y ocurre sólo una vez al año. Bien, ciertamente pensé en algo diferente para celebrar tan maravilloso acontecimiento (un año más vivido). Podría haber sido un día de compras (yo sola, claro, si no, no tendría gracia). Podría haber sido un almuerzo exquisito en un restaurante de postín (agradable pero aburrido). Podría haber sido una fiesta sorpresa (pero tengo muy poca fe en mi marido, la verdad). Al final saqué dos entradas para un concierto en el Corn Exchange Theatre. No me malinterpretéis, quién os creéis que soy? Tuve mi tarta y mis velas, tuve mi rato estupendo con familia y amigos y algunos regalitos chulos, incluyendo una emotiva carta de mi guapísimo niño (esos pequeños tesosros...). Pero para nuestra salida nocturna cogimos una canguro ;)).
La música, especialmente la musica en directo, siempre ha tenido un valioso efecto en mí. Es un bálsamo sanador, es un animador del espíritu, es un transformador de humor. La banda se llamaba THE ZOOTS, cuatro chicos y una chica que tocan versiones de las gloriosas canciones de los sesenta. Todas muy conocidas incluso aunque no tengas cultura musical alguna. Me esperaba una audiencia madurita. mayoritariamente de la generación de mis padres y no quedé defraudada. Estaba a tope de entusiastas señores mayores aplaudiendo y cantando (increíble memoria para las letras, concedido) animados vigorosamente por el vocalista durante todo el concierto. Fueron más de dos horas de música vibrante y muy bien tocada, calidad de sonido impecable y algunos momentos memorables como aquel señor calvo que se lanzó de cabeza, bailando como un loco cuando Satisfaction de los Rolling Stones fue tocada muy fielmente; la chica que invitaron a subir al escenario a tocar una guitarra de plástico siguiendo la complicada coreografía de la banda; todo el mundo levantado y cantando el Hey Jude de los Beatles con las linternas de los móviles encendidas (ya no se pueden usar mecheros en un teatro); o hacia el final del espectáculo la mitad del público dejando sus asientos alegremente para bailar con total libertad a un paso del escenario.
Esta es una de las experiencias que quedarán grabadas en mi mente para el futuro como cada momento de música lo ha sido hasta ahora. De todas las importantes contribuciones que Gran Bretaña ha hecho al mundo indudablemente su música es la que considero más valiosa. Así que muchísimas gracias, chicos, bien hecho!!!
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